El caprilismo

Coronalibros 8 – ¿Quién controla el futuro?


Uno de los resultados de la pandemia de 2020 es que está acelerando el cambio social que el desarrollo de la tecnología computacional, y particularmente internet, anunciaba durante toda la década pasada. El llamado "distanciamiento social" resalta el papel de las mediaciones en todos los procesos sociales y el hecho de que las empresas tecnológicas se mueven aceleradamente hacia el centro del sistema capitalista.

Por eso quiero recomendar la lectura del libro "¿Quién controla el futuro?" de Jaron Lanier. Una de las voces más importantes del mundo de la computación hace un análisis crítico de la concentración de poder y riqueza y la consecuente desigualdad que provoca el actual modelo económico del "big data". Entender cómo funciona el mundo de las redes sociales y las plataformas digitales, y sus implicaciones en la sociedad, nos permite proyectar los posibles escenarios hacia donde se está moviendo la humanidad y cuáles son las alternativas.

Dejo aquí un fragmento:

"Instagram no vale mil millones de dólares solo porque esos trece empleados (los originales, antes de que Facebook la comprara) sean extraordinarios, sino que su valor reside en los millones de usuarios que contribuyen a su red sin recibir ninguna compensación económica por ello. Para que el valor que las redes generan sea significativo, estas necesitan que un gran número de personas participe en ellas. Pero, cuando eso sucede, solo una pequeña proporción recibe dinero por ello. Lo cual tiene como efecto neto el de concentrar la riqueza en pocas manos y, en un sentido más amplio, limitar el crecimiento económico.

En lugar de ampliar el volumen total de la economía al crear más valor que se refleje en las cuentas, la irrupción de las redes digitales está haciendo que una minoría se enriquezca y que deje de haber constancia del valor creado por la mayoría.

Por «redes digitales» entiendo no solo internet y la web, sino también otras redes operadas por entidades como las instituciones financieras o las agencias de inteligencia. En todos estos casos, observamos el fenómeno de la concentración del poder y del dinero en manos de quienes operan los ordenadores centrales de la red, en detrimento de todos los demás. Esa es la estructura a la que nos hemos habituado, pero no es la única dirección en que las cosas pueden evolucionar".


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