El caprilismo



Las cosas se están moviendo. Mientras la crisis económica y social sigue su proceso de inflamación paulatina, el camino de las elecciones parlamentarias ha reactivado el juego político. La oposición ha hecho evidente su fractura con el resurgimiento del liderazgo de Henrique Capriles, que le plantea al antichavismo una alternativa a la opción esquizofrénica, fracasada y desastrosa de Juan Guaidó y Leopoldo López. Capriles puede aglutinar tanto a los sectores más cuerdos y democráticos de la oposición, como a quienes están decepcionados por las promesas incumplidas (e incumplibles) del supuesto “gobierno interino”.

Este escenario es auspicioso, pues señala la posibilidad de que el país “normalice” su vida política en 2021, lo cual es condición imprescindible para encauzar una salida al laberinto social y económico en el que estamos encerrados.

Capriles Radosnki es la única figura con la capacidad de desplazar y extinguir el agonizante “proyecto Guaidó” y erigirse como interlocutor no solo frente al Gobierno, sino también a la llamada “comunidad internacional” y, particularmente, el Gobierno de EEUU. Fue dos veces candidato unitario de la oposición, perdiendo en la última de ellas por un punto de diferencia con el presidente Nicolás Maduro. Ningún otro dirigente antichavista puede mostrar tales credenciales.                                                                  

Pero, para consolidar esto, debe aguantar la presión del extremismo y no echarse para atrás en su decisión de participar en las elecciones del 6-D. Resistir al menos hasta el 3 de noviembre, cuando, gane quien gane la elección presidencial de EEUU, la estrategia de Washington hacia Venezuela necesariamente dará un giro y, en consecuencia, necesitará otra figura.

Lo mejor que le puede pasar a Venezuela es que se den exitosamente las elecciones parlamentarias, que surja una Asamblea Nacional con grupos diversos, chavistas y antichavistas, donde quienes apuestan a guerras civiles e intervenciones militares queden eliminados del juego y se puedan negociar acuerdos políticos que permitan el desmantelamiento de las sanciones económicas que mantienen al país en terapia intensiva.

Sin negociación y acuerdos no habrá salida a la crisis. Y si el caprilismo demuestra seriedad política y propicia este escenario, bienvenido sea.

@ÁngelDanielCCS

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