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Carlos Lanz desapareció de su casa en Maracay la mañana del sábado 8 de agosto de 2020. No hay rastros ni explicación alguna. Las autoridades investigan el hecho, distintas organizaciones civiles y movimientos sociales también. Los relatos de sus familiares, resumidos y publicados en redes por su hijo Alex Lanz, dan cuenta de que Carlos utilizó su computadora alrededor de las 9:00 am y a las 11:00 am ya no estaba en el lugar, había salido sin tocar su desayuno ni tomar su medicamento, cosa que ellos califican como completamente irregular.
Las
personas no “desaparecen” por sí solas. A estas alturas, nueve días después, no
hay nada que haga pensar que tuvo un accidente, que fue asaltado o algo
parecido. Sencillamente no está, ni vivo ni muerto. A partir de la información
disponible, pareciera que Carlos fue extraído de su casa repentinamente y sin
ningún signo de fuerza.
Quizás las
claves de qué pasó con Carlos Lanz puedan estar en sus propios escritos. Es
conocido que durante años él ha desarrollado una amplia investigación acerca de
la guerra de EEUU contra Venezuela. Ha hablado de “guerra híbrida”, “Proxy War”
y últimamente se había concentrado en las “operaciones especiales” de las
fuerzas militares secretas norteamericanas.
Sus últimos
artículos describen los métodos utilizados, entre los que destacan: “Inducir
deserciones y divisiones en las fuerzas armadas y en la seguridad de Estado… Infiltrar
y posesionar los equipos de fuerzas especiales… Entrenar y dotar de armamento,
al igual que apoyo logístico a las fuerzas oponentes”.
Es posible
que Carlos había descubierto o identificado en el terreno algo de lo que ya
había alertado en su investigación. Para saber qué pasó, tal vez haya que
pensar como él:
“En las
operaciones encubiertas con fuerzas especiales (…) encontramos que el imperio
ha potenciado las formas secretas de intervención, impulsando un accionar
clandestino de fuerzas paramilitares, siendo este un aspecto también
predominante en la nueva estrategia imperial, con un nexo íntimo con las
operaciones psicológicas. Estas operaciones pueden incluir actividades tales
como el asesinato, el sabotaje, la extorsión, el apoyo a grupos electorales o
subversivos, la creación de rumores, la explotación de catástrofes naturales,
la tortura, el uso del fraude electoral”.
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