El caprilismo

El legado político de la esclavitud estadounidense está vivo


El tema del racismo y las luchas afirmativas de las comunidades afroestadounidenses ha sido un elemento recurrente en el debate político y los procesos históricos de Estados Unidos. Ahora mismo, las protestas a partir del asesinato de George Floyd a manos de la policía el 25 de mayo en Mineápolis y la consecuente reactivación del movimiento Black Lives Matter han encendido el escenario político a tal punto que mucho opinan que se la logrado poner en jaque la reelección de Donald Trump como presidente del país norteamericano.

Hace seis años, el 9 de agosto de 2014, el joven Michael Brown fue asesinado a tiros por un policía blanco en la localidad de Ferguson y el hecho desató una ola de protestas en varias ciudades de EEUU dando origen al mencionado movimiento social. En aquel momento la presidencia  del país estaba en manos del partido Demócrata, hoy está en manos de republicanos. Lo cierto es que la historia del racismo en ese país está inevitablemente ligada a su historia política. El movimiento por los derechos civiles de los años 60 tuvo un impacto muy importante en la política estadounidense, consolidó un vuelco ideológico entre los principales partidos y sirvió de catalizador en la polarización de las actitudes políticas conservadoras y liberales.

En el año 2016, un grupo de investigadores de varias universidades norteamericanas se dedicó a indagar acerca del origen de las actitudes políticas y encontró una fuerte relación entre la prevalencia de la esclavitud histórica en el país y la configuración de las actuales preferencias políticas.

La historia de la esclavización de afroamericanos juega un importante papel en la política estadounidense.

El estudio titulado «El legado político de la esclavitud estadounidense», realizado por Avidit Acharya, de la Universidad Stanford, y Matthew Blackwell y Maya Sen, de la Universidad Harvard, demuestra que la prevalencia de la esclavitud, una institución que fue abolida hace 150 años, tiene un efecto detectable en las actitudes políticas actuales en las poblaciones del sur de Estados Unidos.

La investigación fue editada como un libro.


La investigación, que abarcó una muestra de más de 40.000 blancos del sur y registros históricos de censos, muestra que los blancos que actualmente viven en condados que tenían altas concentraciones de esclavos en 1860 son en promedio más conservadores y expresan sentimientos más negativos hacia los afroamericanos que los blancos que viven en otros lugares en el sur. Es decir, «cuanto mayor sea el número de esclavos per cápita en su condado de residencia en 1860, mayor será la probabilidad de que un sureño blanco se identifique hoy como republicano, se oponga a la discriminación positiva y exprese actitudes que indiquen cierto nivel de resentimiento racial». Así mismo, afirman que estas diferencias responden a una variedad de factores, incluyendo la geografía y las condiciones económicas y sociales de mediados del siglo XIX.

La correlación de datos en contundente. En la siguiente imagen se puede observar el efecto de la proporción de esclavos en condados del sur sobre el voto por el partido Demócrata.

Efecto de la proporción de esclavos en el voto presidencial demócrata en el Sur de EEUU.

Para entender el gráfico, hay que tomar en cuenta que el partido Demócrata fue durante todo el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX el partido más conservador en Estados Unidos, mientras el partido Republicano representaba posiciones políticas más liberales o «progresistas». Es a partir de la Gran depresión, las políticas del «New Deal» implementadas por Franklin D. Roosevelt (1933-1945) y, más contundentemente, a partir de los gobiernos de John F. Kennedy y Lyndon Johnson (1961-1969) que se da una suerte de «migración ideológica» entre ambas formaciones políticas. De hecho, los blancos conservadores del sur del país se cambiaron masivamente del partido demócrata al republicano al sentirse «traicionados» por la política de afirmación de derechos civiles llevada a cabo por los presidentes demócratas durante los años 60. Desde entonces ha sido tradicional asociar al partido Republicano con el conservadurismo y al Demócrata con el liberalismo.

Es por esto que se eligió la proporción del voto demócrata en la historia para someter a prueba el efecto de la esclavitud en las actitudes políticas. De esta manera, vemos cómo la correlación entre proporción de esclavos y voto demócrata era positiva y bastante pronunciada durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Este «voto demócrata» es un voto conservador y representa mayormente actitudes racistas. Luego, la correlación fue descendiendo a partir de los años 40 hasta hacerse negativa a partir de los años 60, coincidiendo con el gran viraje ideológico del partido, lo que reafirma que las actitudes políticas conservadoras se mantienen en las localidades con mayor proporción histórica de esclavos, aún cuando las líneas políticas de los partidos se hayan modificado.

Teorías alternativas

La investigación consideró varias explicaciones para estos resultados basadas en situaciones y variables contemporáneas, encontrando a cada una de ellas como inconsistente con la evidencia empírica. Por ejemplo, al estimar la posibilidad de que, simplemente, los blancos sean más racialmente conservadores cuando se exponen a poblaciones negras más grandes, como es la tesis central de la literatura sobre «amenaza racial», se evidenció que las proporciones actuales de la población negra explican poco los efectos de la esclavitud.

Así mismo, sometieron a prueba otras explicaciones alternativas, incluida la posibilidad de que los efectos de la esclavitud se deban exclusivamente a los cambios de población del siglo XX o la desigualdad de ingresos entre los afroamericanos y los blancos. El resultado fue similar: «No encontramos evidencia de que estos factores y teorías contemporáneas de la clasificación de la población expliquen completamente nuestros resultados».

Proporción estimada de esclavos por condado en 1860.


Las actitudes políticas se heredan

El estudio de Acharya, Blackwell y Sen sostiene la teoría de la persistencia histórica de las actitudes políticas. La evidencia sugiere que las diferencias regionales en las actitudes blancas contemporáneas en parte remontan sus orígenes al período esclavista tardío y al período posterior a su colapso, tomando como punto central que la caída de la esclavitud fue un evento catastrófico que minó el poder político y económico de los blancos del sur. La repentina adquisición de derechos civiles y políticos de los negros fue considerada una amenaza política por los blancos, quienes durante siglos habían disfrutado de un poder político exclusivo. Además, la emancipación de los esclavos del sur minó el poder económico de los blancos al aumentar abruptamente los salarios de los afroamericanos, por ende los costos laborales y amenazar la viabilidad de la economía de las plantaciones del sur.

Estos cambios políticos y económicos, sumados a una masiva hostilidad racial preexistente, dieron a las élites del Cinturón Negro del Sur (importante segmento geográfico con una economía basada en el trabajo agrícola esclavo) un incentivo para promover aún más el sentimiento anti-negro existente en sus comunidades locales al alentar la violencia hacia los negros, así como las actitudes y políticas racistas. Esto amplificó las diferencias en la hostilidad racial blanca entre las antiguas áreas de esclavitud y las áreas sin esclavitud e intensificó las actitudes políticas racialmente conservadoras dentro del Cinturón Negro.

Estas actitudes se han transmitido localmente, de una generación a la siguiente. «Brindamos apoyo empírico a esta tesis al mostrar que las áreas del sur que fueron las primeras en eliminar los incentivos políticos y económicos para la violencia contra los negros, por ejemplo, mediante la adopción de nuevas tecnologías, como los tractores, que redujeron la demanda de granjas negras mano de obra, son también las áreas en las que los efectos a largo plazo de la esclavitud se han atenuado más», explica el documento.

Además, como evidencia de la transferencia intergeneracional (cultural) de actitudes, demuestran que existe una fuerte correlación entre las actitudes raciales de los padres y sus hijos en el sur de los Estados Unidos. Esto respalda la teoría de que las actitudes políticas han persistido históricamente en el sur de los EEUU, en lugar de la opinión de que las actitudes son impulsadas exclusivamente por elementos contemporáneos. Esto hace que las afirmaciones de este trabajo de investigación «sean bastante distintas de gran parte de la literatura de opinión pública existente».

El documento del estudio (en inglés) puede descargarse aquí.

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En el video se observa una activista afroestadounidense explicando por qué no apoyará a Joe Biden para la presidencia ni a los demócratas. Sus argumentos se basan en que, históricamente, el Partido Republicano fue la organización política que defendió la liberación de los esclavos afroestadounidenses, mientras el Partido Demócrata defendía los derechos de los esclavistas. Este es un ejemplo de personas que no registran el «viraje ideológico» que ocurrió entre los partidos estadounidenses alrededor de la década de los 60, cuando muchos conservadores del sur abandonaron el Partido Demócrata y se pasaron al partido Republicano y, en general, la línea política demócrata se hacía más liberal mientras la republicana se volvía más conservadora. En esta investigación ese fenómeno se confirma, al registrar la diferencia del impacto de la esclavitud en el voto demócrata a lo largo del tiempo. Sin embargo, la chica del video sostiene que los republicanos son el partido de los negros estadounidenses.

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