El caprilismo

El espacio político


Venezuela está sometida, como nunca antes, a una situación límite que desafía la resistencia, no del Gobierno, sino de la sociedad completa en busca de un colapso que permita a los adversarios del chavismo (internos y externos) retomar el poder del que durante 20 años se han visto tormentosamente alienados. En otro artículo señalé que la oposición liderada por Voluntad Popular no ha hecho sino terminar de desaparecer el espacio político para empujar al país a un escenario de guerra. Hoy quiero insistir en la necesidad de recuperar la política como único recurso para "salvar la patria" del desastre total.

Una de las filósofas políticas más importantes de la actualidad, Chantal Mouffe, comentaba el año pasado algo que me parece es el núcleo de la explicación sobre cómo hemos llegado hasta aquí. Dijo: "En el caso de Chávez, las élites siempre lo trataron como un intruso y nunca aceptaron su legitimidad. Cuando tienes un opositor que te trata como enemigo, ¿cómo lo puedes tratar como adversario?". Esto no hizo sino empeorar con el Gobierno de Nicolás Maduro. Nunca se les reconoció como adversarios políticos sino como "cánceres" que había que extirpar. Y esta ha sido la ruta permanente del antichavismo.

Si la oposición cuando ganó la Asamblea Nacional en 2015 hubiera hecho política, adversando al Gobierno hasta las elecciones de 2018, probablemente hoy estarían en el poder. Pero esto les es imposible. El chavismo es para ellos una "anomalía" en su modelo político, en el que solo puede haber "democracia" y diálogo entre los que tienen opiniones e intereses "más o menos" iguales.

Cuando no se permite reconocer al otro como adversario, sino que se concibe la política como la lucha entre el bien (nosotros) y el mal (ellos), se borra el espacio político democrático y este antagonismo deviene en una confrontación total, donde el enemigo debe ser destruido.

Los venezolanos tenemos que recuperar el espacio político, que casi no existe actualmente. El Gobierno debe propiciar espacios electorales y la oposición democrática debe asumirlos como la única vía para procurar el poder. No se trata de buscar "consensos", sino de establecer un marco donde se reconozca al chavismo y al antichavismo como expresiones políticas adversarias que se debaten políticamente sin tratar de "eliminarse".



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