El caprilismo

La recta final


Este es el título de la canción que hace 30 años le dio fama al rapero puertorriqueño Vico C y se convirtió en un clásico del rap en español. Se trata de un texto duro, que para algunos pudiera parecer «apocalíptico». Pero no habla de futuros supuestos sino de la realidad presente y recurrente de las sociedades actuales, sus vicios, sus miserias y sus posibilidades. En estos primeros días de cuarentena por el coronavirus, resuena en mi cabeza esta letra, que dice:

«Si esto sigue así, escucha bien mi hermano / Los niños crecerán con un cañón en la mano / Nuestros futuros, se borrarán / Los tiroteos, se mantendrán / Los inocentes, se quejarán / Pues no tienen la culpa de estar como están / Cerrando sus casas con mil cerraduras / Así sus vidas estarán más seguras / Pero para tener una vida más pura / Creer en Cristo es la mejor cura / Yo siento pasar las balas por mi cara / Eso para mí no es una cosa bien rara / El mundo es así y hay que aceptar / Que donde estamos viviendo es en la recta final».


La crisis económica producto del conflicto político, las sanciones y la caída de la industria petrolera, hace que nuestra capacidad de enfrentar la pandemia esté comprometida, aún cuando el Gobierno ha tomado medidas preventivas correctas y oportunas. Pero la gente que vive «al día», que necesita salir a la calle a resolver el dinero para comprar comida, no puede respetar una estricta cuarentena. La situación no se sostendrá por mucho tiempo. Esto puede ser una bomba social muy difícil de manejar.

Así estará la cosa, que puedo coincidir con el economista escuálido Francisco Rodríguez, quien plantea un programa de transferencia directa de $25 mensuales a 15,9 millones de personas (población económicamente activa), unos $400 millones, por espacio de tres meses. Lo que totaliza $1,2 millardos. Dice que, siendo conservadores, se podría acceder al menos a $6.685 millones con financiamiento del FMI, liberación de fondos embargados y venta de petróleo sin bloqueos, lo que alcanzaría para ese subsidio y un programa de adquisición de equipos e insumos médicos necesarios para atender la emergencia.

Pero, como dice Rodríguez con toda razón, «ninguna de estas medidas es posible en ausencia de un acuerdo político entre las partes».

Hay que parar la «guerra a muerte» y actuar rápido por el país. Estamos en la recta final.

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