El caprilismo

Geopolítica y dolarización



La estrategia general de EEUU consiste en aumentar su control sobre la producción y comercialización de petróleo y gas a nivel global. El aumento de la producción de crudo en suelo estadounidense, aún cuando sea difícil sostener su rentabilidad dados los altos costos de producción del petróleo de esquisto (que es el que protagoniza este aumento), persigue el aseguramiento del comercio de crudo denominado en dólares. La moneda estadounidense, y con ella su economía toda, se sostiene solo por su posición hegemónica en el comercio mundial, del cual el petróleo forma parte fundamental. Si el petróleo se comienza a vender en otras monedas, como es el plan de Rusia, uno de los mayores productores, y China, uno de los mayores compradores, la economía de EEUU y su soberanía como imperio global, colapsarían. La relación petróleo-dólar es la clave no solo de la economía internacional, sino de la política a nivel mundial.

Es preciso entender esto para poder comprender que los acontecimientos de Venezuela, la crisis económica y la crisis política, ambas monitoreadas y catalizadas desde Washington, juegan un rol en el tablero geopolítico global, y solo desde esta perspectiva se explican varios fenómenos internos.
La crisis de los precios del petróleo, acompañada de la crisis en la producción y capacidad de la industria petrolera, se reflejan directamente en el tipo de cambio bolívar-dólar y genera un impacto en los salarios y en los precios de bienes y servicios. La consecuencia de esto es que la moneda nacional pierda valor real y la economía tienda a la circulación preferente de la divisa norteamericana.

La dolarización es consecuencia directa de la estrategia geopolítica estadounidense, que persigue el aseguramiento de la circulación hegemónica del dólar en el comercio global, al tiempo que busca restringir la oferta de petróleo proveniente de Rusia, Irán y Venezuela para favorecer las colocaciones de su producción interna. Es un círculo económico y político perverso que marca la respuesta del imperio ante el avance geopolítico de China, que le disputa el lugar como primera potencia económica, y por lo tanto política.

Mientras el caos en Venezuela convenga más a Washington que un escenario de orden, será difícil que la situación económica logre estabilizarse.

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