El caprilismo

Cultura


Una de las noticias que la última semana ha llamado la atención, ojalá de muchos, es la que cuenta que fue declarada la "faena del llano" como bien de interés cultural de Venezuela. Esto tiene varias implicaciones. La primera y más inmediata, es que se obliga a la protección y conservación del conjunto de actividades que conforman el trabajo diario del hombre y la mujer en la sabana. La rutina dentro de los procesos productivos que constituyen nada menos que la vida misma de los individuos y su comunidad. Significa que es deber del Estado y los ciudadanos fomentar estas costumbres y garantizar su mantenimiento y desarrollo. Se contribuye al impulso de la producción agraria en nuestro suelo, así como a la resistencia campesina frente al aniquilamiento de la vida productiva y el abandono del campo promovido por el Capital. Pero también implica el reconocimiento como "cultural", y por tanto propio de la identidad social del pueblo y por eso perdurable, a un proceso que normalmente se entendía como meramente económico y por tanto modificable o sustituible por otro más conveniente.

Ahora bien, por su puesto llama la atención el hecho de incluir el trabajo del llanero en el ámbito de la cultura. Sobre todo cuando semanas atrás se le dio el mismo reconocimiento a la gaita zuliana, una manifestación musical que nadie discute que pertenezca al ámbito de lo "cultural". Estamos acostumbrados a entender lo cultural como lo relativo a las artes y a las "expresiones" mayormente estéticas. Incluso asociamos el concepto a la recreación y el esparcimiento. Por eso llama la atención que un trabajo tenga interés cultural. Pero si entendemos la cultura no como el conjunto de las manifestaciones que se conocen y se identifican como "bellas artes", sino como todo aquello que le asigna identidad y espíritu a un pueblo, debemos entender entonces que la cultura involucra también a los procesos productivos.

Ludovico Silva dedicó su esfuerzo a dejar claro lo que debemos entender como lo "ideológico", aquello que pretende separar en la mente de los hombres la experiencia de la vida social de la explicación de las condiciones que dan forma a esa vida social. Y explicaba que se debe entender la cultura y lo cultural como conceptos opuestos a la ideología y lo ideológico. Es decir, la cultura es la expresión misma de la vida del hombre, lo que lo define y lo identifica en su propia naturaleza social, y esto involucra no sólo las expresiones estéticas y recreativas, sino el trabajo, eso que Marx caracterizaba como el proceso de relación del hombre con el resto de la naturaleza y que lo define como ser humano.

Por esto, entender e incorporar a la práctica cotidiana y a la práctica política el entendimiento de lo cultural como forma de organización material de la vida es contribuir a la liberación de las cadenas ideológicas que tratan de impedir el desarrollo del pueblo y su expresión soberana. Afirmar los elementos que conforman nuestra cultura es afirmar nuestra independencia.


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